Visita al Reclusorio

"...Pocas cosas son como las imaginamos..."


Quiero compartir la experiencia de haber ido a cantar para las mujeres internas del Reclusorio de Puerto Vallarta, porque hubieron ciertas circunstancias que pienso deben ser resaltadas...

     Cuando inicialmente recibí la invitación de Jaqueline no dudé ni un segundo en aceptar, sin embargo al momento no pensaba mucho en las circunstancias o los factores que iba a vivir, mientras se acercaba el día comencé a considerar más y más cosas. Nunca estuve preocupado por mi seguridad o integridad adentro de la prisión, ni nada de eso, pero me preocupaba el ambiente y todo lo que estuviese flotando en él, factores emocionales o actitudes, no sabía si sería grato para las mujeres escucharme decir tonterías sobre la próxima canción, si el sentido del humor estuviese lastimado y yo sólo iba a ser considerado un payaso que se tarda en cantar la próxima melodía. Decidí cantar una canción popular y después una mía, una popular y una mía. Comencé a ponerme nervioso en casa, una combinación de emoción, pero también de esa sensación que te dobla el estómago... Qué sabía yo de que esa tarde rompería mucho de mis mitos para demostrarme una vez más que pocas cosas son como las imaginamos.

Para empezar, el personal del reclusorio, desde el oficial que me permitió el primer ingreso, el comandante que revisó mi equipo de sonido, el que me "vasculeó", la oficial que me otorgó mi ficha, la que abrió la reja que daba al patio, absolutamente todos tuvieron una actitud inmejorable para conmigo, yo esperaba cierta hostilidad y no recibí ni una sola palabra en mala gana, eso eliminó gran parte de mis nervios de inmediato...

Ya dentro comencé a instalarme, mientras acomodaban los lugares en sillas de plástico para el público y mientras el maestro del lugar comenzaba a vocear la primera y segunda llamada, poco a poco las internas ocupaban sus lugares. En ese momento vi la primera cosa que me impresionó. Un niño hermosisimo de 1 año y medio en brazos de su madre que pagaba condena, y me contaron que está permitido tener a sus hijos hasta que cumplen 3 años, después se tienen que ir, y pensé en lo fuerte que ha de ser para la madre los últimos meses del tercer año de vida de su bebé, tener que desprenderse irremediablemente de, no sólo su hijo, sino de su compañerito de vida debe ser terrible, la imaginé deprimida los siguientes meses después de su partida... pero bueno, el show tenía que comenzar.

Con un público de no más de 40% inicié mi primera canción: Elegí "Amanecí en tus brazos" de Jose Alfredo Jimenez por ser una canción que todos identificarían y al terminar la canción una lluvia de aplausos terminó por evaporar los pocos nervios que me quedaban. En las siguientes canciones las sillas se fueron llenando hasta que estaban en un 95% ocupadas. Nos reímos mucho, nos bromeamos de aquí para allá y de allá para acá. Y hubo una química impresionante, soltaron comentarios como "Ven a alegrarnos más seguido", pregunté que qué canción querían escuchar y me respondían "todas las que has cantado nos han gustado mucho", o simples bromas al aire que yo contestaba en el micrófono y todos estallábamos en risa. También les dije que eran uno de los mejores públicos que había tenido y que honestamente no me quería ir, también hubieron momentos de sensibilidad, como cuando canté la canción de mi Padre "Una preguntita más" y se veía la reflexión y el recuerdo en sus ojos. Invité a una interna a cantar conmigo "Acá entre nos", fue una absoluta fiesta. Cuando ya me iba varias me desearon todo el éxito y hacían referencias sobre mí que me hacían saber que ellas creían en mí, incluso más que gente acá afuera. Al final una de ellas me dijo "Gracias por cantar aquí en mi cumpleaños" y saqué la guitarra y le cantamos todos las mañanitas y pude notar como sus ojos se llenaban de lágrimas emocionales. Hablamos de regresar muy pronto, y si la organización me lo permite, por supuesto que se los cumpliré. Yo lo que más quería era que, a través de la música, se sintieran, aunque fueran un par de horas, libres. Y me da la impresión que así fue, hasta yo me sentí libre de otras cosas.

Gracias especiales a Jacqueline y a Jennifer que están trabajando en su fundación sin fines de lucro para dar tanto amor a la gente que más lo necesita, yo no supe cómo explicarles a ellas lo cálido que son sus corazones y lo mucho que quisiera compartir y aportar con ellas porque lo que hacen son milagros que uno pensaría que vienen del cielo. 

Jose Carlos.

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